Recientemente he estado pensando en la imperiosa necesidad de que exista una fuerza externa, que motive nuestros esfuerzos; llámese competencia, ego, beneplácito, o simplemente un deadline que debamos de cumplir.
El mayor ejemplo de esto fue la carrera espacial que se libró entre las potencias estadounidense y soviética a mediados del siglo pasado. Donde ambas compitieron en varios ámbitos, incluyendo el ad astra por ver quién la tenía más grande. Comenzando por los rusos que colocaron el primer satélite en órbita; el Sputnik 1, pero siendo finalmente opacados por los estadounidenses con el mayor de los hitos; colocar un hombre en la luna. O más recientemente, con el desarrollo acelerado de vacunas para enfrentar a la COVID-19. En ambos casos fue la presura de los tiempos y el entorno, los que hicieron que se le diera un boost a las investigaciones, a las hazañas y a los logros conseguidos. En un par de décadas para el primero y de años para el segundo, se consiguió lo que se presume hubiese demorado muchísimos más años.
Esto, sin desmeritar el hecho de la necesidad de mecenas, gracias a los cuales se financian diferentes proyectos y se hayan en las diferentes esferas de la vida. Una universidad que da una beca, un gobierno que invierte en proyectos, un papá que quiere que el emprendimiento de su hija salga adelante, etc. Personas e instituciones que por interés directo o indirecto desean que las empresas humanas prosperen.
Este sitio web tal cómo se ve, es fruto de ambos.
Jose Rivillas, Medellín
11 de abril de 2024